Instruccions per a usar la vida segons Joaquín.

El extraterrestre filósofo.
Acabo de aterrizar en el planeta azul; es el tercero de hoy. He analizado la atmósfera terrestre y he comprobado que es apta para nuestra especie. Adquiero el color de los elementos. Abro la compuerta y salgo al exterior. Miro el horizonte dominado por grandes estructuras metálicas, al tiempo que capto una sucesión de sonidos. De pronto mi sensor de movimientos advierte una presencia. Me acerco a ella con gran rapidez, y la veo. Es una figura dos veces mayor que yo. No me ha advertido. Me acerco a ella y estudio su composición: se trata de una textura física completamente nueva, pero no me sugiere absolutamente nada. De pronto lo noto; hay algo tras esa masa biológica. Me introduzco mentalmente en la figura. Un torrente de datos aborda mis sentidos. Me dispongo a interpretarlos, los cuales comienzan a rebelarme la increíble complejidad de esta especie. Hay algo vivo en esa anatomía, algo realmente vivo, que lo distingue de las demás especies. Capto una sucesión de códigos que consigo descifrar sin problemas. Es extraño; está pensando en su existencia, en su historia. Me empeño aún más en la empresa que llevo a cabo. Instantáneamente se desarrollan una seria de imágenes a gran velocidad. Está pensando en su infancia, en sus padres. Piensa en su niñez, en su adolescencia, en su juventud. Está buscando el sentido de su vida, pero no lo encuentra. Advierto que un extraño líquido emerge de su rostro. Es transparente, como el agua de este planeta. Predomina una extraña fuerza. Escruto su sentido. Se trata de un dolor muy potente. Su cuerpo se estremece. No entiendo estas reacciones. De pronto la figura comienza a avanzar. La sigo.Nos adentramos en medio del ruido ensordecedor de los terrícolas. Un pensamiento rige los movimientos de la figura. Paramos enfrente de un muro de piedra. Se asoma al muro. Yo la imito. Hay una altura aproximada de diez metros y un gran torrente de agua. El cuerpo de la figura vuelve a estremecerse. Introduce una extremidad en una cavidad de la tela que cubre su cuerpo. Saca un objeto. Lo abre. Hay una imagen impresa. Se trata de dos rostros. Oigo cómo susurra algo sin sentido. Es un sonido sin significado; no me sugiere nada. Me introduzco de nuevo en su mente. Una enorme cantidad de datos me golpea y aturde. Está triste, enfurecido, asustado, más bien aterrorizado, y busca una respuesta urgentemente. Empieza a sudar y a gemir. Todo ocurre muy rápido; se sube al muro y emitiendo extraños sonidos fuertemente, se arroja al vacío. Sigo su trayectoria, pero de pronto pierdo el contacto. Aturdido regreso a la nave, y despegando recapacito sobre todo lo que he visto. Sin duda, los habitantes del planeta azul son una especie muy compleja y desarrollada. Pero lo que no comprendo es el uso de esos sonidos tan extraños, lo cual me indica que es una especie muy limitada, y ello le impide profundizar en todo aquello que se encuentre más allá de sus conocimientos, de sus ideas.En definitiva, sus signos comunicativos no están a la altura de su profundidad, y estoy seguro de que ello impedirá su desarrollo completo. Si no resuelve este problema nunca conseguirá una estabilidad plenamente desarrollada.