VIAJANDO ENTRE DESCONOCIDOS.
Caminaba por un largo camino, parecía hacerse eterno bajo mis pies, por más que me adentraba, sólo encontraba lo mismo, el vacío de las calles, puertas a todos lados y personas inmóviles y sin rostro en cristales, ¿a esto sería a lo que llaman dormir? Pensé incrédulo para mis adentros.
La oscuridad me desconcertaba, seguí caminando, intentando encontrar la salida, pero entonces nada, más de lo mismo.
A lo lejos pude ver un espacio verde, corrí hacia él, me recordó con nostalgia a mi tierra. Cuando estuve pisando ya, la húmeda hierba, me entristecí, no comprendía por qué sólo era un pequeño cuadrado de naturaleza, comprendido por aceras, habían extraños instrumentos, bancos y una fuente rebosante de la vida humana. Suspiré y lentamente subí a uno de esos instrumentos de colores, era una pequeña escalera, con un tubo cilíndrico que volvía a conectarse con el suelo. Todas estas construcciones me inquietaban. Cerré los ojos y pensé en mi tierra, en las verdosas praderas, en las montañas de picos quebrados, en las cuatro lunas rojas que iluminaban mi mundo y lo hacían tan especial, de un color rojo cobrizo y pensando en todas estas cosas caí dormido, soñando que volvía con mi gente, que volvía a mis orígenes.
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